viernes, 29 de agosto de 2014

La careta que nos esconde del mundo

Las personas somo así, tenemos la necesidad de expresar nuestros sentimientos, unos lo hacen hablando de ellos, otros enfadándose y otros encerrándose en si mismos hasta que en el momento menos esperado todo ello acaba saliendo a la luz.
No nos damos cuenta de que nuestro estado de ánimo afecta a quien nos rodea, quien nos conoce solo con mirarnos a los ojos sabe que algo va mal, la mirada al suelo, cejas caídas, ojos a los que les cuesta abrirse, todos esos movimientos torpes que muestran nuestro malestar.
Y es que no todo el mundo es capaz de expresar lo que siente de la misma manera, no podemos clasificar el sufrimiento ya que lo que a nosotros nos parece una "chorrada" para otras personas es el causante de tristezas y dolores. En el momento que comprendamos eso, el momento en el que sepamos ponernos en el lugar del otro entonces seremos un poco mas personas. 
No importan los pasos que demos para llegar a nuestro destino sino el camino, hay caminos que hay que andar descalzos pero eso no significa que debamos hacerlo solos, como animales sociales que somos necesitamos de compañía para poder superar esos baches que encontraremos en nuestro viaje, el apoyo de una pareja, un amigo, o la familia.
Quitarnos la careta, mostrarnos tal y como somos, elegir con quien compartir tu vida, decidir que quieres conseguir para en un momento u otro ser recordado, dejar huella en el corazón de los demás, todas y cada una de esas cosas dependen de nosotros, solo nosotros decidimos nuestro futuro. 
Aunque parezca contradictorio hay cosas que solo puedes ver si cierras los ojos, la luz ciega más que la oscuridad y en los peores momentos es cuando nos damos cuenta de lo que realmente importa, de quien esta a tu lado y quien no, aprendemos a dar prioridad a las cosas que la tienen y a quitarle importancia a las que no.
Aprendemos a base de caídas y esas caídas son las que nos hacen personas, si no caes no podrás levantarte de la misma manera que si no sabes lo que es la tristeza no podrás valorar la felicidad.
Solo hay que saber valorar esas pequeñas cosas que hacen que cada día sea un poco mejor que el anterior.




 

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