Puede
que el sol queme si te expones demasiado, que su luz te ciegue y no deje ver
todo aquello que esconde, que sufras sin saber que estas sufriendo por que
consideras que eso es lo más adecuado.
Hay que
saber por quien se está dispuesto a quemarse.
Cuando
le das a una persona el poder para hacerte feliz también le das el poder para
destruirte, romperte en pedazos, hacer que cada uno de tus pensamientos sean
más oscuros que el anterior hasta que te veas sumergido en un túnel sin salida.
¿Pero
sabéis que? También le das el poder de hacerte la persona más feliz, poder
cambiar tu estado de ánimo por completo
con solo un mensaje, una mirada, una sonrisa, una caricia, todo eso
basta para hacerte sentir la persona más especial que haya pisado este
contaminado mundo.
Y es
que yo decido quemarme por ti. Te doy el poder de destruirme pero también de
levantarme o más bien de no dejarme caer. Te doy el poder de hacerme sonreír
pero también el de hacerme llorar. El poder de hacerme volar por las nubes cada
vez que cierre los ojos y me acuerde de ti, de pensarte día si día también y
preocuparme por como estarás en todo momento. Anteponer tus necesidades a las mías
porque para mí es más importante que tu estés bien a que lo esté yo.
Te doy
el poder de amarme, pero también el de dejarme amar.